Estados Unidos, mediados del siglo XIX. Tras una violenta paliza por parte del propietario de la plantación en la que trabajaba, Harriet Tubman (Cynthia Erivo) sufrió ataques cerebrovasculares y fuertes dolores de cabeza. Desde entonces tendrá además visiones que Harriet interpretaría como premoniciones divinas. En esas visiones ve su libertad y la de otros esclavos, sabiendo que ese es su destino. Así, Harriet se convertiría en una emblemática luchadora por la libertad de los afroamericanos esclavizados, cuyo coraje e ingenio no conocían límites. Esta mujer, que tras la tras la Guerra Civil fue también defensora de los derechos de las mujeres y del voto femenino, desafió toda clase de peligros para cambiar el curso de su vida y el destino de toda una nación.